"Cuando se active la alarma, bestias robóticas brotarán del sistema de cloacas y atacarán al malviviente en defensa del orden y el progreso, del ciudadano común. No habrá equivocaciones ni daños colaterales. Los servidores eléctricos sabrán reconocer su blanco a partir de la base de datos que otorgarán las más prestigiosas y colaboradoras instituciones. ..."
Parece alucinación, Verne, Lovecraft. Si reflexionamos y hacemos memoria podemos reencontrarnos con la película esa situada en Detroit en la que las calles están monitoreadas y la desocupación siembra ignorancia; cosecha drogadicción, delincuencia; en síntesis: devaluación de la persona. La solución de los titiriteros es crear máquinas que asesinando a los vándalos adictos a la morfina garanticen la paz.
Veinte años después, "veinte años no es nada", las calles de San Isidro (Buenos Aires, Argentina) están controladas por cámaras. En el televisor aparecen paranoicos elegantes, amigos de lo peor, pidiendo con sonrisas la cura por medio de inyecciones de cianuro. "Orwell se equivocó de año", acertó un gran compañero.
Los planes de ellos se cumplen. Porque ponen su macabra inteligencia al servicio de la seguridad. Lo que entienden por seguridad debemos traducirlo para nosotros como represión, desaparición, ignorancia, esclavitud, silencio. Y desde éste ángulo podemos ver que no erran casi nunca, a lo sumo fallan el pronóstico de destrucción (que siempre termina por demás).
Bordelois advierte: "Uno de los aterradores poderes de la violencia es que está destinada a la tarea de destruir la imaginación". Desde acá, desde la bicicleta literaria, nos atrincheramos y atacamos con palabras, con colores, con ideas, con amor; la verdadera amenaza que el sistema bíovoro no logra controlar totalmente.
Socios de Ergueta fue un proyecto durante tres años. El año pasado decidimos empujarlo por la ventana y ver si volaba. Hoy contamos con José Ruiz, Darío, Gabriel, Gonzalo, Mabel, Héctor; entre muchos colaboradores. No podemos ser tantos los que estamos tan locos.
Invitamos a crecer la participación. Hacer las cosas de un modo revolucionario implica aventurarse a lo desconocido y al sacrificio.
Yo creo que pronto tendremos la roza entre los dedos.
un abrazo, Martín Tesouro